miércoles, 10 de junio de 2009

A nosotros, los que recordamos:


Jamás recordaré la historia que me enseñaron, jamás se la contaré a mis hijos porque podemos estar seguros de que se ha escrito con nuestra sangre. Sangre que llena mares, sangre que mancha cada edificio publico, al que no podemos entrar sin ser antes apuntados con un arma que nosotros mismos hemos fabricado. La sangre es en parte agua, en parte componentes físicos, en parte somos nosotros mismos, una parte de nosotros, y dinero.
Denuncio a todos aquellos que han contado el dinero que corre por nuestras venas y se lo han repartido a su gusto y placer. Denuncio a todos aquellos que han mentido llamando público lo que solo a ellos les pertenece, llamando libre al esclavo analfabeto, analfabeto por no alcanzar a comprender las verdades sepultadas en tumbas y tapadas con banderas, símbolo de la perenne mentira.
No alzo mi puño contra ellos, pues tampoco me pertenece, al igual que mi sangre. Mi violencia no servirá para desenmascarar las verdades que agonizan bajo el telón de acero. Levanto como estandarte la palabra, el recuerdo de aquellos que fueron asesinados defendiendo la verdad. Alzo alto y claro el grito de mil gargantas que me precedieron y antes de acostarme susurro una plegaria por aquellos que me sucederán.


Decidme que no y no trataré de convenceros, pues respeto vuestra libertad de ser hombres esclavizados, pero jamás comprenderé porque permitís que sean vuestras manos las ejecutoras de las mentiras. Vuestras manos son las mismas que apagan el despertador a las siete para ir a trabajar, y en ese momento dejan de ser vuestras. Acariciad vuestros rostros cansados, tocaros las ojeras azuladas que se extienden bajo vuestros ojos y decidme porque, explicadme porque si hay otro camino. El camino de los hombres libres, hombres que hacen su propia justicia, hombres que escriben su historia con sus palabras, hombres que han hecho girar el mundo en pro de una vida mejor. Usad vuestras manos para secar lagrimas, no para empuñar fusiles, levantaros por la mañana para ver el sol y no suspiréis ante otro día amargo. Todos tenéis la llave para cambiar el mundo, tan solo se necesita una palabra, un gesto de valentía y elegid vuestro camino, vuestro mundo, vuestra justicia. Es vuestra libertad como personas.

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Mensaje en botella