
Bajo la sombrilla de las inertes luces de colores, el chico veía como la ciudad le robaba buena parte de las estrellas. Su constelación favorita, porque le recordaba a ella, había sido mutilada.
Los bares y los gritos le despertaron de su sueño. Quizás esta vez ella era la que no volvería a casa. No era por sus escapadas a las tantas, tampoco a esa soledad irreprochable con la que lo miraba al despertarse ¿y por que?
Como una mosca, su curiosidad la atraía hacia la luz azul. Y “zas”, otra farola menos. “Pronto no habrá donde besarse”.
Imagen de: http://cat-girl-q8.deviantart.com/art/my-lovely-city-111036455