Desierto sin sol
Carretera, los neumáticos besando el pegajoso asfalto,
susurros de arena enredándose en los coches, flotando como auroras boreales
sobre la negra vía. El cielo se pierde en la seca bruma, el calor castiga los
matojos secos y lenguas de pesada arena lo lamen todo, enterrando, como una
madre que tapa a su crio con una manta.
En el horizonte se ve un mar de luces, un mar de siluetas –
afilados dientes que sacan tajadas de nubes, mastican estrellas y las defecan
en esta carretera, iluminando la soledad del viajero.
Sudor caliente, manos que se resbalan por el volante,
asiento empapado – no pienses en caliente, conduce – me digo, pero el aire me
ahoga y me cuesta respirar. En un suspiro todo habrá acabado, y el coche, las
estrellas y el asfalto serán uno conmigo, en esta monolítica tumba sin
contorno.