lunes, 16 de agosto de 2010

Civitas.


Le pregunte a la ciudad si todavía estaba vivo, entre las inmensas paredes sordas, gigantescas fauces abiertas tragando todas las voces frustradas. Escupiendo carne vacía, llega el anochecer penetrando con dificultar a través del traslucido humo, y el cielo es fantasía, tan solo las farolas nos acunan pretendiendo ser estrellas. Oigo el paso del tiempo, a mis seres queridos engañados, pensando que la vida que han gastado ha servido para algo, y suplicándome que también sea carroña, que también mi carne sea masticada por Baal, siempre un amo de mi individualidad. Pero sueño desde la ilegalidad que hay una puerta, o un botón, que franqueado su bloqueo despertará del sueño a los átomos de gas, compactas partículas de humanidad que chocan en la masa de los mudos, pues para vivir solo precisamos agua, tierra y sol, y lo demás es libertad irracional, sentido de la vida de cada uno.
"Dinero, tecnología, ciencia, organización, masificación, poder, pobreza, idiotización, televisión, mentira, razón, dominio, muerte", así me hablo la ciudad, y tan solo esas palabras conocía. Y desde el fondo de mi corazón, tan solo porque el alma empatica reflejó ese dolor, con mis manos tuve que prenderle fuego.

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