Anhelo.
Deseo arrancarme a mordiscos esa piel que recubre los huesos, pulverizar toda partícula, que lleva viajando eras contra el universo, de esta pútrida capsula. La necesidad de una apariencia, los medios, el mundo en el que pongo mi vida en remojo cada mañana, mandarlo todo a la mierda, llenar hasta el último rincón virgen del mundo de alquitrán y prenderme fuego, corriendo por las negras praderas, hasta que de mis pulmones nazcan ríos de azufre. Entonces seré todo yo un agujero negro, un único e inexistente espectro cuya labor sea precisamente la de no ser, la de no existir, en perfecto desequilibrio con la materia, este rincón bajo la alfombra estrellada donde el pozo de la historia se auto esteriliza antes de salir a comprar el pan en pijama.
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Mensaje en botella