martes, 18 de noviembre de 2014

Desierto sin sol
Carretera, los neumáticos besando el pegajoso asfalto, susurros de arena enredándose en los coches, flotando como auroras boreales sobre la negra vía. El cielo se pierde en la seca bruma, el calor castiga los matojos secos y lenguas de pesada arena lo lamen todo, enterrando, como una madre que tapa a su crio con una manta.
En el horizonte se ve un mar de luces, un mar de siluetas – afilados dientes que sacan tajadas de nubes, mastican estrellas y las defecan en esta carretera, iluminando la soledad del viajero.

Sudor caliente, manos que se resbalan por el volante, asiento empapado – no pienses en caliente, conduce – me digo, pero el aire me ahoga y me cuesta respirar. En un suspiro todo habrá acabado, y el coche, las estrellas y el asfalto serán uno conmigo, en esta monolítica tumba sin contorno.

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