jueves, 27 de noviembre de 2008

¡Vive condenado!


Otro coco

Había algo sobre la pared colgado, una esfera opaca y polvorienta que crujía. Algo en su interior, latente, ociosamente me llamaba apretándome el estomago, desde las entrañas cavernosas de su caja llena de engranajes.
Gotas de aceite manchaban las pilas de libros, de alguien, quien previamente había pensado, inocente, que una puerta de huida construía. Una chispa y el aceite arde, largas lenguas de fuego acarician la pluma y el papel. Ya nada escapa al torbellino calcinante, ya nada escapa al dragón de escamas doradas, que cruje, que redobla con mil tonos de bronce fino y punzante. Que ruge con el imperio del tic...tac.

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