martes, 3 de febrero de 2009

"Las polillas" - Acto 1




Acto I

Salón claustrofóbico, oscuras sombras que bailan sobre las paredes a la luz de una vela. Un personaje satírico oscila en medio, enpijamado y de raso, con barba rubia de varios días y un semblante enajenado, se deshace en furiosas carcajadas. Extraño se vuelve hacia el alfeizar de la ventana, la estancia se encoje, la ventana se separa de la pared y un torbellino de colores la empuja hasta él. Chasquea los dedos y entre las palmas de sus manos aparece un cubo rojo lleno de agua helada, cual va a parar encima de unos jóvenes que reían abajo.
Con el cubo vacío, le da la vuelta y como si de un corcel se tratara, lo monta con las piernas separadas y apoyando todo el peso del torso sobre los brazos colocados en forma de columnas. Las paredes regresan a su lugar inicial y la ventana se cierra, la vela sigue iluminando el rostro cabalístico del enpijamado. Un gran mono de ojos saltones y alas rosadas lo mira desde un cómodo cuadro.
- ¡Mojo! ¿Se puede saber que pretendes? ¿Que intentas demostrarme con tu existencia? – el mono sale del cuadro tropezándose con un plato lleno de restos de comida; le hace una mueca de perplejidad a Tomas e intenta salir volando por la ventana, pero se choca con el cristal como lo haría un moscardón- varias veces.
– No creo que nada tenga que tener una finalidad, siquiera un motivo valido, no crees Mojo – y de un plumazo el mono desaparece en una nube de humo que se precipita contra el suelo – El arte siempre busca su lugar en el mundo, buscando e imponiendo un falso motivo de existencia. No es lo que yo digo, pero si una imagen vale más que mil palabras, ¡el mundo va a tener mil imágenes!

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