martes, 3 de febrero de 2009

"Papiroflexia" - Parte 2



A la tarde siguiente, después de hacer unos recados, recibí una llamada.

- Inspector Molin, que grata sorpresa. No esperaba escuchar su voz tan temprano, la de anoche fue una tarde muy larga. Que hace que no esta en la cama?
- Mi oficio no conoce el descanso amigo mío. Pero dejémonos de protocolos, necesito su presencia con la máxima urgencia, y si puede traerá a su amigo. Vera usted, nos ha surgido a raíz de lo acontecido anoche, un...- suspira - accidente.
- Monsieur Andreu? Es un hombre ocupado, pero veré que se puede hacer.
- Es un asunto de máxima urgencia Nicolás, gustoso le daría mas detalles al respecto, pero mejor vengan y lo ven ustedes con sus propios ojos. Aun así, y conociendo la naturaleza de los hechos, que no la conozco, a ustedes les agradara estar sentados donde yo estoy sentado, lastima que no todos compartamos la misma suerte.

Colgué el teléfono alarmado, me parecía extraño que el inspector, uno de los hombres más competentes de la ciudad necesitara ayuda externa. Aun así, que es lo que puede haber de relación con el asunto de las sombras. Es cierto que Andreu no me dio detalles, es mas, lo que expuso en aquel salón fue su último y único veredicto. Seguidamente fui a buscarle, pues pocas cosas le gustan menos al inspector que los retrasos, y conociendo a mi amigo, el halo de esperanza estaba descartado.

Llegué a su triste portal que ya desde fuera hacia palidecer el alma del invitado, llame varias veces. Al otro lado del cristal cromado, apareció una sólida silueta. Tras el gemir de las bisagras, una nube de humo gris se extendió fuera del alfeizar y escupió con marcadas sílabas un “Que quieres”.

- Policía, vengo a ver a Monsieur Andreu – mentí.
- Ah, ese granuja, debe estar arriba jugando con sus inventos – suspiro mostrando dos filas de amarillos dientes – Desde que se mudo al ático, ya no hay ni paz ni descanso para la gente decente. Espero que vengan a llevárselo.
- Usted déjeme pasar – ataje – no tengo tiempo que perder con su parloteo.

La nube lanzo un gruñido de disgusto, pero la puerta se abrió y me perdí entre el laberinto de pasillos infestos. Subí escaleras, pasillo a la derecha, más escaleras, aun más a la derecha, más arriba; tenia la impresión de estar coronando el Tártaro desde sus entrañas.

Me costo aun mas trabajo abrirme paso entre sus trastos para llegar al pequeño salón, formado por no mas de dos butacas y una ventana que daba a la pared de enfrente.

- Amigo mío, el inspector me ha llamado hace un par de horas, dice que necesita vernos a ambos.
- Oh, ese viejo, tú no le hagas caso – murmuro desde la cocina – Ven, como prefieres el té.
- Solo, sin azúcar – me quede pensativo. Andreu es un hombre complicado, y no hay forma posible de conseguir meterle ni una pizca de razón en su enredado raciocinio.
- Entonces, ese viejo. Cómo dijiste que se llamaba?
- Molin, es un viejo general del ejército francés.
- Ja, francés eh? Pues vaya, me parece que se ha perdido un poco – dijo asomando la cabeza entre la cortina ocre que colgaba de dos clavos en el alféizar de la cocina – Y con que asunto se supone que nos reclama ese carcamal pretencioso.
- No he dicho que fuera urgente amigo mío – trate de disimular toda mi impaciencia - pero dijo que guardaba relación con lo acontecido anoche. Ese juego tuyo de espejos.

Recibí una cálida risa como respuesta. Y una cabeza asomada desde la cocina me sacaba la lengua.

- No entiendo como puedes estar jugando en un momento así amigo, te lo digo desde el más profundo respeto. Pero el inspector es una persona seria y competente, no nos hubiera requerido si no fuera un asunto de máxima atención – trate de convencer.
- Oh, amigo mío, tu siempre tan susceptible. Relájate, tomate el té y nos vamos. De todas formas esta tarde no tengo nada mejor que hacer – dijo con voz melosa, mas bien parecía un perezoso ronroneo de gato.
- Que más puedo hacer?!
- Al final te vas a quedar sin té amigo – ahora su voz parecía mucho más molesta. Así, y para no enfadarlo, preferí callarme y entretenerme leyendo un libro que tenia en la mesa. Era un libro viejo, de páginas amarillas y rotas por los bordes. No tenía tapa, ni fecha de publicación.

Se dividía en seis capítulos, y cada capitulo a su vez, en tres actos. Leí un breve apartado, apenas dos párrafos, antes de que una de las grandes tazas aterrizara sobre el libro. "La curiosidad no es una virtud" atajó el bribón. Sonreí sin mas, nos tomamos el maldito te y ya pudimos irnos. Al llegar a la comisaría, nos encontramos ante la imagen de una granja de hormigas inundada. Todos corriendo de un lado a otro con anchas carpetas de cuero, gritos, sonido de tacones y olor a tabaco rancio y whisky.

- El inspector?
- Esta en su despacho, junto a aquella mesa - contesto un becario con ojeras.

Antes de entrar en el despacho nos servimos un par de cafés para aparentar, no había que darle juego a Molin, era un perro viejo que podía sacar oro de una piedra.

La luz azul que salpicaba el ordenador, era lo único que iluminaba aquella cueva sin ventanas, los alógenos estaban apagados y apenas se podía distinguir la silueta del viejo en su sillón de cuero negro. En la mesa tenia una montaña de papeles manchados de tinta azul, varias fotos indistinguibles por la oscuridad y una especie de calavera Shekspeariana. Supuse que era de yeso; preferí suponer eso.

- Creo que antes de nada deberías de ver esto - dijo cogiendo el teléfono y ladrando un par de ordenes que no requerían respuesta.
- Pero monsieur Molin, ya que nos ha traído hasta aquí, por cortesía seria menester de compartir los tres un buen puro de esos que confiscan en las calles a jóvenes "m a l e a n t e s".
- Joven impertinente! Os he traído aquí, porque se por seguro que os interesaría colaborar en este "caso", si así se puede llamar.
- Pero aun así, no hemos podido comprar tabaco por las prisas - siguió Andreu con voz risueña.
- Sírvete de lo que quieras condenado, la caja fuerte esta abierta.
- Oh, es usted muy amable, aunque no había conocido a nadie tan tacaño ¿Guarda los puros en la caja fuerte? Supongo que nadamos en aguas internacionales.

3 comentarios:

  1. Uff, este lo dejé sin terminar hace más de un año. Tendré que recordar lo que me faltó por escribir. Más aun no se como enfocar la siguiente parte...

    Para eso esta el tiempo!

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  2. Haver y Holor han podido con mis ojos...

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  3. ¡Mil perdones! Lo escribí hace ya bastante tiempo y tenía una versión corregida y otra sin. No se porque antes de publicarlo no me preocupé en revistarlo.

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