lunes, 2 de febrero de 2009

VIaje imaginario (solución para tiempos de crisis)


La luz cae escasa, dejando escapar sus finas hebras entre las densas nubes color plomo, aire de tormenta y repentino frío seco y solido. Bajando desde el Prado hasta la gran vía, me sumerjo en el aislante ambiente de Madrid. El mar de gente, que va y viene, arrollador y destructivo de la propia individualidad, hace que me sienta despistado y con el mapa del metro en las manos, hago garabatos para orientarme. Llevo un abrigo largo, algo pesado y sucio, pero cumple su tarea, unos zapatos cómodos y unos vaqueros azules que disimulan la suciedad. También un sombrero negro, típico de Madrid, por si el frío y la lluvia.

Callejeo intentando salir del atronador parloteo navideño y el murmullo de las bolsas de regalos. Sin saber como, tras una media hora de andar, entre calle y calle, me meto en un café, con un par de euros en el bolsillo como ultima frontera contra la ruina. Sentado en una esquina junto a un tipo abstraído del mundo entre las paginas de una novelilla y sin mirar la carta, silbo al camarero, de semblante indio y piel oscura, orgulloso y estirado como un burgués de los viejo tiempos; un café solo.

Paso las horas estudiando a la gente que sale y entra. Entra una vieja acompañada por una chiquilla, piden un zumo y una copa de anisete. Entra un grupo de jóvenes, armando jaleo, corriendo y riéndose. Entra un tipo desmelenado, se dirige hacia mi sin prestar atención a que la estancia esta medio vacía.
- No compro nada - digo yo en consecuencia a mi pobreza.
- Mi tren no sale hasta las once.
- ¿Su tren? - Le indico con la cabeza el sitio contiguo
- ¿Viaja usted por aquí? - pregunta sin esperar repuesta - yo también, estoy de paso, esta ciudad me abruma, nadie conoce a nadie...
- Ya, provincianos - asiento
- Usted... tiene pinta de extranjero. ¿Del norte?
- Aja
- Las personas del norte pueden ser muy dadas al trabajo, y valoran poco los placeres sencillos. Aunque siempre hay excepciones.
- Yo escribo. Soy columnista de un periódico
- Amigo, entonces me equivoco al afirmar, escribir no es un trabajo, ya lo dijo Inclan, las letras son hambre y miseria.

Le doy un sorbo largo a mi café. A una afirmación tan tajante como aquella, no podría sino ofenderme.
- No se moleste, yo toco el saxo en el metro, y eso tampoco es un trabajo – suspira, levanta la mano con la palma abierta para llamar al estirado.
-¿Es usted músico?
- Bueno si, entre otras cosas -respondió revolviéndose el pelo – colecciono

Foto desde: http://sensacion.deviantart.com/art/Madrid-45902825

1 comentario:

  1. Buaj, es mierda en estado puro xD

    Pero me da un noseque nostalgico que me impide no postear

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Mensaje en botella